Existe una crisis ideológica sin precedentes en los partidos políticos, tan grave que ya empiezan a desmoronarse amenazando con su ruptura definitiva. Obtener el poder a cualquier costo es el camino que han elegido los políticos, perdiendo la poca credibilidad que les quedaba. Los duranguenses no importan y eso no cambiará.
Como mezclar el agua con el aceite, así se unen izquierdistas y ultraderechista, se hacen de la vista gorda, dejan de lado la ideología que partidista que sostuvieron durante años, para buscar un escaño en la política. Es el caso de los expriistas Otniel García Navarro, Héctor Vela Valenzuela y Marina Vitela que se unieron a la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Las posibilidades de AMLO de llegar a la presidencia son reales, por eso los políticos duranguenses arriesgan el “todo por el todo” para formar parte de su equipo, se les “olvidó” a ellos como AMLO, que durante 2012 defendían a capa y espada al Enrique Peña Nieto. Pasaron de idealistas a oportunistas.
Pero el más descarado de todos es Andrés Manuel López Obrador, el dueño de MORENA, quien se está atreviendo a hacer pactos hasta con el diablo. Una de sus mayores experiencias en las derrotas del 2006 y el 2012, es haber estado convencido de que no requería de nadie más para el triunfo. Por eso ahora está recibiendo de todos en su partido, sobre todo a los mexicanos que han hecho un gran daño al país por sus hechos de corrupción.
Andrés Manuel habla todos los días de la mafia del poder y se está rodeando de ella. Para el ciudadano informado, lo que está haciendo es una locura y una total incongruencia. Pero confía ciegamente en la otra parte de la población, que no está informada, para lograr su cometido de llegar a la silla presidencial.
La política duranguense y la política mexicana están en alto grado de perdición. Los políticos se
han degradado de manera irresponsable y nadie, absolutamente nadie tiene algo digno qué ofrecer
a los mexicanos y mucho menos, presumir de alguna credibilidad.
Los tres partidos han sido lanzados al vacío. Sus dueños se están jugando el todo por el todo.